El Tribunal Superior de Justicia de Murcia ha fallado a favor de los familiares de una paciente que falleció a consecuencia de un embolismo aéreo, reconociéndoles una indemnización de 200.000 euros. El embolismo aéreo, que supone la entrada de aire en el torrente sanguíneo, fue producido cuando el cirujano inyectó aire por el catéter en una maniobra de auxilio.
En el derecho de daños es la persona perjudicada a la que le corresponde probar el daño producido y el nexo causal entre la actuación del que realiza el daño y el perjuicio realmente causado. Sin embargo, la doctrina del daño desproporcionado invierte la carga de la prueba para determinadas situaciones. Es decir, en casos, como el que nos ocupa, en los que se produce un daño imprevisto e inexipicable en el marco de una actuación profesional, es el profesional el que debe acreditar las circunstancias en que se produjo el daño.
La Sala aplica la doctrina del daño desproporcionado y presume la mala práxis del profesional puesto que, de haberse realizado la operación correctamente no se habría producido el daño.
Todos los profesionales que participaron en la intervención han reconocido que existe un nexo causal directo entre la inyección de aire y el fallecimiento de la paciente, si bien no han encontrado justificación a por qué se produjo el paso de aire a través del catéter. El Tribunal entiende que lo verdaderamente relevante es la relación causal entre la actuación del cirujano y el fallecimiento de la paciente y considera que el daño producido, en este caso la muerte, no entra dentro de lo «esperable» en una operación de estas circunstancias.
FInalmente, la Administración sobre la que recae la carga de la prueba no acreditó que la actuación del profesional se ajustara a las reglas de la pofesión y por lo tanto se trata de un daño antijurídico que ha de ser indemnizado.
